La llegada de la primavera puede afectarnos anímicamente. Más de un tercio de la población en esta época sufre un trastorno no grave llamado astenia primaveral que se caracteriza por sentir un gran cansancio, falta de energía vital y/o agotamiento inexplicable que pueden tener tanto un origen físico como nervioso. Los síntomas más frecuentes son fatiga muscular, insomnio, falta de concentración y sensación de apatía.
Las causas de este fenómeno no están todavía claras, pero se cree que guardan relación con los cambios que tienen que afrontar el sistema nervioso y hormonal para adaptarse a la llegada del buen tiempo y a la diferencia de luz y de temperatura que eso comporta. No podemos evitar los síntomas de la astenia primaveral, pero podemos trabajar nuestra postura corporal para reducir su intensidad, sentirnos menos cansados y más positivos.
Que la postura influye en las emociones es un conocimiento ancestral. Si nos vemos más altos o más erguidos nuestra auto-percepción y auto-concepto también se verá afectado. El mantenimiento de la buena postura es interpretado por nuestro cerebro emocional como que somos poderosos, poderosas. Nos empoderamos a través de la postura. Se ha demostrado que en posición erguida es más fácil elegir ideas positivas en contraposición con el encorvamiento postural donde vienen a la mente con ideas negativas. Los niveles bajos de energía y la depresión están asociados con posturas de encorvamiento, de aislamiento y de cierre.
Tanto el componente emocional como el físico deben ser “entrenados” a la par. Eliminar pensamientos y hábitos posturales que están profundamente enraizados requieren de tiempo y de constancia.