La respuesta es SÍ. En los últimos años, se han publicado varias investigaciones científicas que sugieren una relación directa entre nutrición y salud mental. Las dietas ricas en alimentos procesados, azúcares y grasas se asocian a desequilibrios emocionales e incluso a cuadros depresivos. Por ejemplo, un déficit de vitamina B12 repercute en fatiga, mala memoria y depresión. Mientras, el consumo de frutas, verduras, aceite de oliva y pescado azul propio de la dieta mediterránea ayuda al equilibrio emocional y a mantener altos niveles de energía.
En los últimos años también se ha demostrado la relación directa entre un elevado consumo de gluten, que es una proteína y el desarrollo de algunas enfermedades mentales degenerativas, como el Alzheimer. Por tanto, reducir el consumo excesivo de harinas refinadas y de azúcar, y aumentar el ejercicio físico, ayuda a prevenir estas enfermedades neuronales cuya incidencia se ha multiplicado en los últimos años.
Pero no se trata solo de lo que comemos, sino de cómo lo comemos. Lo importante es escuchar a nuestro cuerpo, llevar una dieta variada y equilibrada, adoptar hábitos alimenticios que nos hagan sentir bien, hacer ejercicio físico y cuidar el descanso. Con estos pequeños gestos diarios te vas a sentir más sano, más vital, y más feliz.